El presente artículo pretende plantear, en la convergencia digital y su relación con la cultura de masa en las redes de Internet, un análisis sobre las influencias de las características digitales de la fotografía y sus vínculos con la producción de imágenes en relación al rol y trabajo del fotógrafo
“Esta
máquina en menos de un siglo será el pincel, la paleta, los colores, la
destreza,[1]...”
Esta profecía que acabamos de citar, nos habla de cómo la fotografía iba a sustituir a la pintura como un medio casi perfecto para representar fielmente la realidad que vemos. Pero en el mundo de hoy, aquella herramienta que se ofrecía de forma neutra, no tan contaminada culturalmente[2], transparente, sufre la influencia de la tecnología.
Podríamos
decir que, ese “pincel”, hoy es sustituido por el “cursor”. Con la
digitalización de la imagen, a través
del mouse, podemos manipular la fotografía y ese poder de autentificación de decirnos,
según Barthes, "esto ha sido[3]" y convertir esa
realidad registrada, en una infinidad de realidades falsas. A su vez, se desplazó
el lugar de trabajo o soporte, del papel a la pantalla. Allí la fotografía podrá
estar disponible para una nueva intervención, para constituir una nueva
versión. Este hecho hace perder a la misma, su condición de testigo
irreprochable.
Néstor García Canclini nos dice: “La
convergencia digital de los medios (radio, televisión, música, noticias,
libros, Internet) reorganizan los modos de acceso a los bienes culturales y las
formas de comunicación…[4]”
Las mayores fuentes de asombro
provienen ahora de la diversidad del mundo que se hace presente en la propia
sociedad… [5]“
Facebook,
Instagram, Twitter, LinkedIn, Wikipedia, etc., son los medios por donde la
gente se encuentra, se busca, se conecta con la “realidad”, es su fuente de
asombro, de conocimiento.
Cuando
Walter Benjamín nos habla de La
reproducción técnica de la obra de arte[6] nos muestra como la fotografía “democratizó”
la producción y la circulación de imágenes. Esta reproducción de la que nos
habla el autor sigue hoy tan vigente pero con un plus: estamos en la era de lo
digital. No solo se trata del proceso de producción de la foto, sino de sus
posibilidades de circulación y disponibilidad en Internet, y de su
almacenamiento.
En el
Centro Nacional de las Artes de México, en enero de 2015 se podía ir a visitar
una exposición llamada “Una muestra imposible”[7]. En ella se presentaban 57
pinturas y frescos de tres grandes artistas, reproducidos rigurosamente en
escala 1:1 y en alta resolución. De esta manera el espectador podía ver obras
cuyo valor es incalculable, a través de una fiel representación de los originales,
mediante una excelente reproducción digital.
Pero
así como la “era de lo digital” nos sirve para acercarnos a la obra de arte
como en el caso citado, también nos hace perder la noción del valor de la misma.
Por
medio de las herramientas del Photoshop por ejemplo, que nos permiten cortarla
y pegarla, manipularla, transformarla, podemos hacer que dé otro mensaje. Ya no alcanza con que La
Gioconda sea reproducida de forma masiva y la tenga en un afiche, en un pegotin
o en un estampado de una cartera. Podemos hacer lo que queramos con ella,
caricaturizarla: Cambiarle el color de pelo o dejarla pelada, cambiarle la
vestimenta, ponerla en una posición sexy, de relax con los pies fuera del
cuadro o sacándose una selfie frente a un espejo[8].
En
algunos casos, en el medio digital, el acto fotográfico pierde aquella
trascendencia decisiva en cuanto a la imagen resultante. Podríamos decir que
hay una "trivialización" en el hecho de sacar fotos. No exige una
preparación, no importa la edad del autor o su experiencia artística. Ni
siquiera hay que llevar la cámara, tenemos el celular.
Sin
embargo, no podemos relativizar el trabajo de los profesionales de la
fotografía. Según Barthes, son aquellos “acróbatas[9]” que desafían las leyes de
lo probable o lo posible, los cuales a través de las fotos nos sorprenden, nos
invitan a pensar, nos permiten el acceso a un infra-saber.
En
estos casos, el acto fotográfico tiene una serie de consideraciones previas: la
elección del objeto a fotografiar, el encuadre, la sensibilidad de la película,
el ángulo en el que se coloca la cámara, la distancia focal, el tipo de lente,
el uso de filtros que acotan y definen en muchos aspectos la imagen final. También
es decisivo el contexto en el cual se
haya producido el instante de la toma.
El fotógrafo chileno Francisco Negroni, gano los premios “Wildlife
Photographer” por fotografiar los rayos volcánicos (también conocidos como
“tormentas sucias“) que ocasiono el volcán Puyehue-Cordón Caulle, consecuencia
de su erupción. Este fenómeno es muy raro y de corta duración, causado por las
cargas eléctricas estáticas, la ceniza y el vapor volcánico. La fotografía se
llamó “Apocalipsis”[10].
Greg Marinovich, integrante de “Bang Bang Club”, el grupo de
fotoperiodistas que cubrió el final del apartheid durante la década
de los 90, recibió un premio Pulitzer por una foto que casi le cuesta la vida. En una entrevista al
fotoperiodista le preguntaron:
Son muchos aspectos distintos. Creo
que el contexto es uno de ellos. También está el aspecto emocional que la
imagen es capaz de generar. La estética, la composición y las decisiones
editoriales: todo ello contribuye a que una imagen sea cautivadora.
(…) Lo importante es el contenido, la
estética y lo que significan. También lo que evocan y cómo disparan la
imaginación del espectador. De eso se trata en el fondo, de que la captura
permita la entrada de la imaginación.”
Una
fotografía puede significar muchas cosas. En su recorrido histórico se desplaza
de ser testigo de lo real a ser tan solo una huella, interpretación o simulacro
de lo que está representando. Puede ser percibida como testimonio, como
información, como obra de arte, como recuerdo. Roland Barthes habla de dos
maneras de acercarnos a la fotografía. Uno es el Studium, constituido por el
significado universal de una fotografía. Todos pueden hablar del tema ya que se
trata de valores conocidos por todos. Nos gusta la imagen porque comprendemos qué quiere
mostrar el fotógrafo. La otra alternativa es
el punctum[12],
aquello que sale de la escena como una flecha y viene a punzarnos, nos
conmueve. La fotografía, a modo
personal, adquiere otro significado
En el
2010, el fotógrafo estadounidense Seth
Taras recorrió
diversos lugares alrededor del mundo donde ocurrieron importantes
acontecimientos históricos. De una forma peculiar, fusiono en sus fotos, el
pasado y el presente, mezclando lugares de hoy con el “espectro[13]” de hechos importantes
que sucedieron en el mismo punto. El proyecto “Sepa dónde se encuentra” fue
realizado para la cadena de televisión History Channel. Una de las fotos
muestra a dos enamorados ajenos al hecho de que en aquel mismo mirador posó
Adolf Hitler después de que su ejército tomara la capital francesa.[14]
Con
los ejemplos citados se observa claramente la diferencia entre un aficionado y un profesional de la fotografía.
No alcanza con solo hacer clic para obtener una “buena foto”, en cuanto a la
estética, su composición, su contenido, su aspecto emocional, qué induce a
pensar.
“De no ser así, no es más que
machaqueo, reflejo pueril, un juguete, o una siniestra máquina para hacer morir
a la gente idiota”.[15]
En
síntesis, podríamos decir
que el fotógrafo contemporáneo se enfrenta a un modelo más participativo de
cultura, donde el público no es un mero consumidor de mensajes pre-construidos,
sino de personas que están constantemente creando, compartiendo y consumiendo
imágenes. Pero cabe resaltar que la influencia de la tecnología en la fotografía nos permite el acceso a un mundo al
cual no podríamos alcanzar a través de nuestros propios sentidos. En ocasiones,
nos pueden presentar una imagen alterada como si fuera verdad, pero la
fotografía también puede ser utilizada como un método de conocimiento. Funciona
como memoria, registro, ciencia, arte.
[1] Benjamín,
Walter. (2004). La Fotografía. J. M. Millanes. Sobre la Fotografía. (pp.115). España: Pre-textos.
[2]
Lemagny, Jean-Claude. (2008). Pintura y fotografía. V. Goldstein. La sombra y el tiempo: ensayos sobre la fotografía
como arte. (pp 30). Buenos Aires: La marca editora
[3] Barthes, Roland. (1989). Esto ha sido. J.S.
Sanahuja. La cámara lucida. (pp121).Barcelona:
Paidós Ibérica S.A.
[4]García
Canclini, Néstor (2007).
Convergencia digital. Lectores, espectadores e internautas (pp
49) Barcelona: Gedisa S.A.
[5] García
Canclini,Néstor (2007).
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19) Barcelona: Gedisa S.A
[6] Benjamín,
Walter. (2004). La obra de arte en la época de su reproductibilidad
técnica. J. M. Millanes. Sobre la
Fotografía. (pp.94-97). España: Pre-textos.
[7]Parascandolo,
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[8] López,
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[9]
Barthes, Roland. (1989). Sorprender. J.S. Sanahuja. La cámara lucida. (pp 68).Barcelona: Paidós Ibérica S.A.
[11] Dexter,
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[12]
Barthes, Roland. (1989). Studium y Punctum. J.S. Sanahuja. La cámara lucida. (pp 58-60).Barcelona: Paidós Ibérica S.A.
[13]
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[15]
Lemagny,
Jean-Claude. (2008). La fotografía aprueba del estilo. V. Goldstein. La sombra y el tiempo: ensayos sobre la
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Silva D'andrea, Darío. (2014). El Post. Recuperado el 4 de octubre 2016
de https://elpost.com.ar/2014/03/10/presente-y-pasado-en-una-sola-imagen-por-el-fotografo-seth-taras-fotos/
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